Veamos. . . Por dónde podría empezar. . . ¿Cómo se explica que esté en una granja francesa desplumando pollos?
Resulta que he decidido pasarme el año en Lot haciendo WWOOFing antes seguir mi camino académico. ¿Os aclara eso algo?
Supongo que debería empezar explicando lo que es hacer WWOOFing. Apenas hace seis meses que la artista Sara me habló de una nueva forma para conocer mundo y de paso contribuir a limpiarlo un poco. Las siglas significan Worl Wide Oportunity in Organic Farming, y es una organización mundial a la cual pertenecen miles de granjas ecológicas que te ofrecen manutención y hospedaje a cambio de un poco de trabajo. No, no te pagan, pero en principio tampoco te explotan dado que se supone que has ido a ver mundo; no a matarte como un burro de carga.
En cuanto a Lot, es un departamento francés al Norte de la región del Mediodía. Se llama así por el río Lot, un río ancho y sinuoso, lleno de meandros que casi podrían dar la vuelta sobre si mismos. La capital es Cahors, ciudad construida en uno de estos meandros, utilizando el río como protección natural y aislada del mundo por una gran muralla. En Lot se encuentra también el Parque Natural del Quercy, colinas y colinas de carballeiras pobladas de deliciosos jabalís; este parque es la razón de que eligiera venir aquí. Es una tierra caliza, llena de grutas subterráneas con pinturas parietales, pero al mismo tiempo estas colinas se elevan en precipicios perfectamente equipados para construir en ellos castillos de ensueño. Cada pueblecito es el típico pueblito francés, el de La Bella y la Bestia, o el de la Sirenita. Y en mi opinión, el queso más rico de la región es el Cabecú, un queso suave de cabra que parece un mini Camembert y se te va deshaciendo poco a poco en la boca mientras tú te derrites de placer. . .
Finalmente: mi camino académico. Tras mucho darle vueltas, varias revelaciones, un par de epifanías y encontrarme a mí misma en una universidad presbiteriana perdida en algún lugar de las antípodas. . . creo que ya sé lo que quiero hacer con mi vida. Cómo todos, o casi todos sabéis, hace tiempo que tengo bastante claro que me gustaría ser profesora de universidad. Más que nada porque me encanta alardear de mis bastos conocimientos y erudición en la materia de . . . si. . . en eso. . . eso de lo que yo se tanto. . . Bueno, para algo se estudia ¿no? Me gustaría que en su momento la susodicha materia fuera arte medieval. . . En este momento de lo que puedo hablar es más bien de isópodos gigantes de las profundidades.
En mi camino hacia la profesoritud se encuentra primero un máster de estudios medievales (a realizar en Santiago de Compostela) y un doctorado. De momento sé que me gustaría escribir la tesina con mi profesora Rocío Sánchez, básicamente porque la adoro. En cuando al doctorado, puede que sea con ella, o puede que lo haga con un profesor de Madrid que todavía no sabe que existo pero que en algún momento tendrá noticias mías, Francisco Prado Vilar. Espero realizar todo esto con una FPU, si Rajoi no las destruye. Y si todo sale bien tengo cubiertos por lo menos los próximos 4 o 5 años.
Es por esta razón, que al tener las cosas tan claritas y ordenadas pensé que era el momento para tomarme un año sabático de verdad y aprender ese francés que tengo tan oxidado. Un año sabático de verdad en el campo. Un año sabático de verdad en una granja. Un año sabático de verdad recogiendo tomates. . .
Mientras escribo estas líneas desde mi cama en la cabaña de WWOOFers puedo oír a los ratones corretear por el techo. El cuarto de baño está tan lleno de Olivias (arañus patilargi) que no me ha quedado más remedio que aceptarlas como coinquilinas. Ellas estaban aquí antes que yo. Por la noche no puedo dormir porque echo de menos el ruido de las ambulancias y el tráfico de la ciudad. . . Que no!. . . ¡que duermo estupendamente!. . . Bueno, sólo hasta que los pollos (que viven al lado de mi cabaña) empiezan a charlar a las 6 de la mañana, y sin contar el canto múltiple del gallo, claro.
Llevo aquí una semana, he recogido calabazas, calabacines, lechugas, tomatitos, judías verdes redondas, manzanas y también estiércol de caballo. Lo más emocionante para mi ha sido aprender a desplumar un pollo. Al parecer la semana que viene haré lo mismo pero con cinco, y también aprenderé a limpiarlo por dentro y eso.
Esta pequeña granja se llama La Riviére, se dedica a la agricultura ecológica y a los pollos. La explicación es lógica: para abonar las plantas necesitas o animales o químicos, por lo que tener pollos y gallinas pintadas es una opción genial para poder crear tu propio abono. Además, el pollo feliz es probablemente una de las carnes más exquisitas que existe en este mundo. El 80 por ciento del negocio de esta granja funciona a través de la AMAP.
La AMAP (Asociación para el Mantenimiento de la Agricultura Paisana), es la mejor idea que tuvo nadie nunca. Es una pequeña asociación, que todavía no se muy bien como funciona exactamente, pero básicamente pone de acuerdo a un pequeño agricultor y un grupo de compradores. Los compradores firman un contrato con el agricultor, y el agricultor se compromete a prepararles todas las semanas una cesta sorpresa con frutas y verduras de temporada por el valor de 20 eurillos semanales. Luego, una vez a la semana, el agricultor va a un lugar preestablecido y reparte las cestas. Jean Luc tiene 30 clientes, 20 en Cahors y 10 en La Bastide Murat, así que como podéis comprender es estupendo para él porque puede tener esa seguridad de que todas las semanas va a ser pagado. (El contrato lo firma por 6 meses, que es lo que dura su temporada de recolección propicia). A él le viene fenomenal, pero yo en realidad me imagino siendo cliente y teniendo todas las semanas mi cestita de verduritas de primera calidad, y pienso que los clientes salen ganando. No os imagináis como huelen los tomates... he comprado Raft más caros y menos sabrosos. Si, es cierto que no siempre tienes de todo, y tampoco sabes nunca lo que te va a tocar, pero puedes estar seguro de que es hecho con cariño.
¿Qué hay en una cesta? Pues lo dicho, frutas y verduras de temporada. Tenemos huevos de todos los colores, lavados con mimo por aquí, una menda, que se encarga de quitarles toda la porqueriilla esa de las gallinas. Berenjenas a tutiplén, de vez en cuando calabacines, pepinos, tomates grandes y tomatitos de colores. Pimientos, pimientos verdes, rojos, naranajas, amarillos, marrones, violetas. . . Todos los colores que os podáis imaginar los hay en pimiento, y son taaaaaannnnn bonitos. Puerros, judías, calabazas. . . La semana pasada una de las sorpresas fue la calabaza espaquetti. Nadie había visto una antes, y no sabían muy bien qué hacer con ella, así que les dijimos que lo miraran en internet.
Me levanto por las mañanas a eso de las 8:30 y me preparo un desayuno que consiste en tostadas con mermelada casera de frambuesa que me dio Noa antes de salir, o delicioso yugur con fresas y frambuesas recién recogidas. Como no hay suficientes frutillos rojos para las cestas, los que quedan ahora nos los comemos nosotros. Y os diré que las fresas de octubre son exquisitas; no había probado nada igual desde Noruega.
A las 9, aprox, me dirijo a Jean Luc y él me dice que es lo que tengo que hacer. Como ya he dicho las tareas son varias, sobre todo de recolección, limpieza y confección de las cestas. Como ya dije antes, aprendí a desplumar un pollo, lo cual fue una experiencia interesante. Metimos el pollo en agua hirviendo por lo que estaba caliente cuando le iba quitando las plumas. Me he dado cuenta de que no estoy tan insensibilizada como pensaba. Ayer, Jean Luc agarró a un pollo que se había escapao y cogió unas tijeras. . . El pollo gritaba y gritaba como pidiendo ayuda y eso. . . Jean Luc en realidad sólo le cortó unas cuantas plumas para que no pudiera volar y no se volviera a escapar, pero yo me di cuenta de que no era del todo indiferente. Todavía no me voy a hacer vegetariana porque me ha gustado demasiado el pollo confitado que ha preparado Jean Luc, pero por lo menos si que me doy cuenta de que detrás de una pechuga hay un animalillo ruidoso y escandaloso que se pasea por el corral a ritmo funky.
Comemos todos juntos, al mediodía, es decir, cualquier momento entre las 12 y la 1. La verdad que es un tesoro comer la comida de tu huerta. Todos los días comemos algún tipo de alimento de la huerta, arroz con calabacín, berenjena a la parrilla, calabaza espaguetti al horno, cuscus con judías. . . El otro día comimos croq monsieur, y estaba buenísima. La croq no viene a ser otra cosa que un pan al horno, supongo que todas las culturas acaban inventando su pizza. En este caso hicimos la opción vegetariana y la pescetariana. Pescamos unas truchas en el río. . . .Bueno, no, la verdad que no, fuimos al super y compramos sardinitas. Jean Luc hizo un sofritito de calabacines, de cebolla y de puerros de la huerta y metimos al horno el pan untado de mascarpone con sardinitas y verduritas, o, la otra opción, croq de camembert con verduritas.
Cuando se lo conté a Lucía me dijo: “¿Y de donde sacasteis el camembert?” y yo dije “Del Supermercado porqué”, “Ah, pensé que erais autosuficientes. . .” “Si Lucía, somos autosuficientes. . . vendemos tomates para comprar camembert”. Luego Jean Luc me contó que la autosuficiencia, además de muy difícil, tampoco es del todo aconsejable, porque no te relacionas con la gente y acabas hecho un hermitaño.
Ah! Por cierto, esta primera semana estuvo además un chico, Luca, haciendo prácticas porque había estudiado algo de agricultura. Se prepara para tener su propia granja ecológica a orillas del Lot, y estuvo aquí haciendo prácticas. Con la ayuda de Luca aprendí a moverme por la granja, y él hacía el trabajo más llevadero además de corregirme todos mis tiempos verbales en francés. Por desgracia, ya ha terminado sus prácticas y el resto del mes tendré que arreglármelas sola. De momento estos días he sobrevivido, y dentro de poco estaré preparada para dar de comer a los cerdos.
Las tardes las tengo libres o no dependiendo del día. Los días que tenemos que entregar cestas dan un poco más de trabajo porque hay que ponerlo todo a punto. Pero los miércoles, cuando ya está todo entregado nos quedamos más tranquilos. Por la tarde aprovecho para visitar los alrededores. Estoy en medio de un parque natural espectacular por el que puedo ir a dar paseos en bici. Y si hace bueno, me voy por ahí a visitar ciudades y castillos. Saint Cirq la Popie por ejemplo, dicen que es uno de los pueblos más bonitos de Francia. También estuve en el Castillo de Boneguil, en Rocamadour, en las cuevas de Peche Merlé, y me paré en todos los recovecos que había entre estos a mirar iglesitas románicas, criptas y frescos.
Pero lo mejor de todo es bailar.
Resulta que Jean Luc es un Occitano de pura cepa que además de hablar el Occitano estupendamente, le encanta el baile tradicional. Para los que penséis que el Occitano debe de ser fácil como el catalán, mentira!, escrito se parece a un catalán, pero lo hablan con acento francés, entonación italiana, y yo aún diría que tienen una fonética relativamente portuguesa, por lo que no entiendo una sola palabra. Pero ese no era el tema. Nada más llegar, al día siguiente había taller de baile en el pueblo de al lado, así que me apunté.
Creo que nunca me lo había pasado tan bien. Aquí el tema de aprender la danza tradicional no es en plan bailar la muñeira. Yo diría que se parece un poco más a los bailes de salón, mezclado con lo que ves en las películas de época, ya sea medieval o napoleónica. Lo que intento describir es que llegué, e hicimos un círculo. El primer baile que yo llamo círculo circuloso porque ellos lo llaman algo así como circle circlecienne, es una especie de corro, que combina los elementos del corro, los del baile en pareja y los del cambio de pareja. Está diseñado para que bailes con todo el mundo y mola un montón. También bailamos la polka, el chotis y la mazurka. Y otros bailes en círculo. Aunque no tenía ni idea poco a poco le fui cogiendo el truquillo. Me recordaba constántemente a la escena de Orgullo y Prejuicio en la que van todos al baile del pueblo. Me hacía pensar en todas esas películas en las que la gente baila esos bailes en los que dan vueltas, para un lado y para otro, y cambian de pareja, y cambian de fila, y me di cuenta de que por fin yo estaba bailando lo mismo.
Quiero hacer hincapié, en que el baile tradicional aquí no es una cuestión de revival. No es como el occitano, que va desapareciendo por segundos, y el intento de recuperar algo perdido. No tiene el sabor amargo de los mercadillos medievales, donde todo tiene el efecto de parque temático. Aquí la gente baila, porque mola un montón y es super divertido. Baila porque les gusta y porque llena mil veces más que ir a la discoteca. (¡Ojo! mucho joven tampoco hay eh, tampoco quiero dar la impresión falsa de que estaba lleno de chavalines. Yo creo que era la más joven del grupo, y la media suele ser más bien tres generaciones por encima mía). Aún así, ¿cuantos de vuestros padres han bailado nunca el chotis eh? Pues a eso me refiero, que aquí, los padres por lo menos si que saben bailar la polka.
Anyway, cada dos lunes hay taller de baile en el pueblo de al lado. Y todos los martes vamos a la ciudad a Cahors, a otro taller de baile un poco más sofisticado. Además, el primer sábado que estuve aquí, hubo un intensivo de fandango en el departamento de al lado, así que allá nos fuimos, a dos horas de aquí a aprender a bailar fandango. Fue genial, porque después del taller tuvimos una cena comunal a la que todo el mundo trajo alguna deliciosa especialidad que habían preparado, lo cual incluyó toda suerte de quiches. Y después, hubo una especie de baile del pueblo, al que se apuntó la gente del taller, y gente de pueblos de los alrededores. Estuvimos bailando hasta la 1. Éste sábado iremos también a otro baile del pueblo en otro pueblo de por aquí.
Bueno, por fín he encontrado un café con internet. Si no publico ahora no publicaré nunca. Ya os seguiré contando de mis aventuras.
Ah! pasé el fin de semana en Burdeos y probé las ostras.
http://www.youtube.com/watch?v=AEi18PKrOM4
Besiños y hasta la próxima conexión.